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lunes, 21 de diciembre de 2009

Los jardines del Palacio de Versalles

(nombre puesto por Gabriel Bunster, quien insiste en que tengo que contar estas cosas).

Eran los primeros días de Marzo, exactamente el 10, cuando recibimos un llamado telefónico de la Presidencia para citarnos urgentemente a una reunión.

Aclaro que la Presidencia es un antiguo cliente nuestro y confían en nosotros para resolver problemas relacionados con Tecnologías de la Información y Seguridad.

La reunión, extrañamente para nosotros, se produce en Viña del Mar y específicamente en el Palacio Presidencial del Cerro Castillo.

Después de los saludos protocolares se nos describe la situación y se nos invita a proponer soluciones: El gran tema era que en menos de dos semanas se produciría la Cumbre de Líderes Progresistas, basada en Viña del Mar y específicamente en el Palacio del Cerro Castillo, siendo Chile y la Presidenta los anfitriones.

El Cerro Castillo era inicialmente un fuerte militar para la defensa de la bahía, desde un acantilado con baterías de alto poder de fuego, y que fue transformado posteriormente en residencia de los Presidentes de Chile.

¿Cuál era el requerimiento de nuestro importante cliente?

Venían importantes líderes de varios países del mundo, entre ellos Joseph Biden, Vicepresidente de los Estados Unidos y se necesitaba reforzar la seguridad del recinto con cámaras de vigilancia, que es una de nuestras especialidades en TecEm.

Hasta aquí todo fantástico, parecía que teníamos un negocio al frente, pero el problema aparece cuando nos dicen que se necesita tener todo operativo en diez días. Consulto a mis técnicos, que me informan que un trabajo de esta magnitud nos tomaría al menos 45 días. No había posibilidades de tirar cables aéreos; no había ductos que facilitaran el tendido de cables; el acantilado de roca hacía muy compleja la instalación; eran hectáreas de jardines; no nos podíamos acercar a la casa; todo debía ir entubado y subterráneamente.

En fin, pensando en forma responsable, los diez días apenas nos alcanzarían para entender por donde trazar la instalación.

Mirando el océano desde lo alto me fijo con atención en lo bien cuidado del lugar y la belleza del entorno y se me prende o ilumina no se si ampolleta, ó bit y le pregunto al Jefe de Servicios: ¿cuántos jardineros hay en el Palacio?

Me responde que son tres, de una empresa externa que mantiene los jardines adecuadamente.

¡Préstenme los jardineros y lo hago en diez días!, les digo.

En definitiva, lo logramos. Los jardineros conocían el lugar perfectamente y sabían por donde se podía pasar con las tuberías, qué lugares eran los mejores para instalar las cámaras de vigilancia, en fin, lo que nos faltaba a nosotros para avanzar rápido.

Tanto jardineros como Carabineros ayudaron, unos haciendo las zanjas, otros tirando tuberías, después vinieron los cables y finalmente la instalación física y lógica de todos los elementos.

Fue un equipo de primera el que pudimos armar, con objetivos claros, gente capacitada pero sobre todo empeñosa, en fin, trabajando noche y día, sábados y domingos, sin parar.

Cuando estábamos ya terminando de instalar y se acercaba la fecha de la Cumbre, nos dábamos cuenta de que cada día aparecían camionetas y autos con placa diplomática, de los cuales se bajaban unos personajes mezcla de Vladimir Putin con 007, revisaban todo el recinto y al ver las cámaras funcionando asentían y se percibía su conformidad.

Misión cumplida nos dijimos.
Chile hizo un buen papel y aunque nadie lo sepa o le importe, me siento co-partícipe de esa Cumbre.

END OF STORY

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